A cuenta del referéndum griego y la participación en el parlamento como medio para lograr un cambio social.
Una pena lo de Grecia, una verdadera pena. Millones de personas depositando sus esperanzas en un futuro y un país mejor, creyendo que por fin van a desembarazarse de esos políticos corruptos que llevan décadas viviendo a su costa, imaginando como sería el momento en el que Merkel y sus secuaces europeos tuvieran que tener en cuenta la voz del pueblo y soñando, como soñamos todos, con meterle una patada a la Troika que la mande al infierno…
Y sin embargo al final, a pesar del proyecto de izquierdas y de que Syriza y Tsipras prometían romper con la Troika y elevar las ambiciones de la ciudadanía griega al ámbito europeo… al final se impuso la descorazonadora y cruel realidad, hasta un punto insospechado: el gobierno que decía no aceptar imposiciones de la Troika, acabó aceptando todas y cada una de las que le impusieron, aquellos que decían recoger la voluntad del pueblo –a pesar de que el pueblo le dijo en un referéndum que eso de aceptar las condiciones del rescate nanai– no la recogieron, pues se decantaron por la voluntad de la Troika.
Luego convocaron elecciones al servicio del pueblo pero eso sí, dejándole hipotecado –atado y bien atado– el futuro al siguiente que llegue, muy demócrata todo, nos sometemos a la voluntad del pueblo pero después de habérnosla saltado¡Menos mal que ha volvió a ganar Syriza! Ahora ya no hay problemas ¡A gestionar la miseria del capitalismo con medidas capitalistas a pesar de que sabemos que el origen de estos males es el propio capitalismo!
Pero no por más triste era menos previsible, y no precisamente porque Tsipras tenga cuernos y rabo – algo que hasta el momento nos es desconocido –, sino porque dentro de las instituciones no hay camino que nos pueda llevar a lado alguno, más allá del que ya está marcado de antemano.
Si uno lo piensa con calma, que ya es complicado, ¿Cómo vamos a lograr que unas instituciones creadas por el capitalismo entre los siglos XIX y XXI, para ser regidoras de él mismo y que, lógicamente buscan su propia supervivencia; puedan servirnos para cambiar el sistema capitalista que las impulsa y las protege? Pues malamente, jugando en un terreno hostil lleno de neoliberales y gente de mal vivir en general, uno puede esperar que le roben, le insulten y le apuñalen, pero que le dejen hacer… malamente.
Y luego está la siguiente pregunta ¿Cómo podemos hacer nada de lo que pretendemos si estamos en minoría? Porque efectivamente, ganas las elecciones pero estas en minoría en Europa. Si ya es jodido hacer algo de lo que pretendes hacer estando en mayoría en el parlamento de un país ¡Cuánto no habrá de serlo cuando eres una parte muy pequeña de una organización muy grande, donde cada uno mira por lo suyo! Imposible.
¿Y que salida nos queda siendo el panorama tan desolador que ni con el poder de un estado podemos cambiar las cosas de nuestro entorno ni de nuestro mundo? Pues con no perder el tiempo tenemos suficiente y con no ilusionarnos con cantos de sirena tenemos ya de sobra.
Si queremos cambiar el mundo empecemos a ello. ¿Nos desahucian? Pues nos dotamos de otra vivienda. ¿Nos están destruyendo el barrio? Pues montamos una asamblea o una asociación de vecinos.¿Nos putean y explotan en el curro? Nos organizamos y montamos un sindicato. ¿No nos gusta la vida cultural? Ateneo que te crió.
¡¡Ah, qué queremos que sea a lo grande?? Pues nos juntamos con la gente que está haciendo lo mismo, o similar a nosotros en otros puntos y le damos una coordinación efectiva a nuestro planteamientos que sean capaces de imponer, al menos a corto plazo, algunas de nuestras iniciativas.
Fácil no es y las victorias serán pequeñas pero al menos no tendremos sensación de frustración por dedicar nuestro tiempo y esperanzas a un empresa que nace muerta.