Contra la explotación salvaje a la que somos sometidos
la unión y la acción directa son la única defensa posible
El crecimiento del sector servicios en detrimento de los sectores “productivos” como el campo y la industria, es un hecho. Quizá sea la única explicación a porque se siguen trabajando un montón de horas a pesar de los desarrollos tecnológicos que, en principio, deberían contribuir a que cada vez trabajáramos menos. Muchos fueron los que vaticinaron un descenso progresivo del tiempo de trabajo hasta quedar en unas 20 horas semanales. El capitalismo visto así, iría armonizándose con la justicia social hasta hacer innecesaria toda lucha entre trabajadores y empresarios. Solo había que confiar en el desarrollo tecnológico y en la buena fe de los grandes capitalistas demócrata-cristianos para llegar a tan idílica situación.
Pero no. El capitalismo se ha mostrado como un lobo para el hombre -y para la tierra- al que no le tiembla el pulso al sacrificar todo cuanto caiga en sus manos en el altar de los beneficios y el dinero.
Somos muchos los trabajadores de la hostelería y el comercio que sufrimos en nuestras carnes la avaricia de las franquicias y la necesidad de competir de los pequeños empresarios. Pero algunos hemos descubierto una vieja poción mágica que, cuales irreductibles galos, nos hace invencibles. La acción directa.
Los comercios, los restaurantes, los chigres… tienen un punto débil: viven de nosotros. Viven de los trabajadores que nos gastamos parte de nuestro salario en ellos. Por ello son sensibles a la acción directa. Las chulerías del sufrido patrón se curan rápidamente con piquetes, hojas informativas y acción colectiva.
En Gijón existen varias experiencias recientes en la cuales, comercios pequeños, medianos y grandes, han tenido que sucumbir a las pretensiones de unos trabajadores que luchando juntos y apoyándose en la solidaridad de la ciudad, han doblegado a empresarios con ínfulas de faraones esclavistas. Burguer King y más recientemente, Tommy Mel´s, dan cuenta de lo que se podemos lograr en este terreno -y con celeridad- si estamos dispuestos a decir ¡Basta! Y a pelearle a la empresa donde más le duele, en la calle, donde todo el mundo se entera de nuestros problemas y reivindicaciones y donde nos alejamos de esos lúgubres despachos en donde suelen perderse todos nuestros sueños e iniciativas.
¿Harto de que te contraten cuatro horas para trabajar doce? ¿Harta de horas extra obligadas y sin pagar? ¿Harto de no saber lo que es un finiquito? ¿Harta de que te traten como un objeto a admirar por la clientela? ¿Hartos de que te saquen el sudor y la sangre y encima te echen en cara lo bien que vives?
¿Te explota el cerdo de tú jefe?
Organízate y dale unas dosis de acción directa. Ya esta bien de agachar la cabeza por cuatro duros.