El día 1 de julio, entró en vigor la Reforma del Código Penal y la Ley de Seguridad Ciudadana.
Estas leyes sancionan, prohíben y criminalizan ciertos tipos de actos de protesta e incluso actos solidarios como asistir a una persona sin papeles. Leyes que castigan la pobreza, la solidaridad y la disidencia, aprobadas en un momento de auge de los movimientos sociales en el Estado español.
Si en 1992 lel PSOE nos regalaba la ley Corcuera, conocida como patada en la puerta hoy el PP da una vuelta de tuerca más e implanta la ley mordaza. Esta nueva Ley de Seguridad Ciudadana ha recibido críticas de entes tan subversivos como la UE y la ONU y entre otras perlas nos deja:
- Se instaura la cadena perpetua.
- Se legalizan los rechazos en frontera de inmigrantes irregulares, llamadas devoluciones en caliente.
- Multa de 30.001 a 600.000 euros para manifestaciones no comunicadas o prohibidas.
- Multa de 601 a 30.000 euros por perturbación del orden, obstaculizar las calles con barricadas, mobiliario urbano, coches o contenedores. Por obstruir a la autoridad en la ejecución de desahucios. Por desobediencia, resistencia a la autoridad o la negativa a identificarse. Por la negativa a disolver reuniones o manifestaciones cuando lo ordene la autoridad. Por usar imágenes o datos de los agentes que puedan poner en peligro su seguridad.
- Multa de 100 a 600 euros por la ocupación de cualquier espacio caso de okupaciones o acampadas. Por daños leves a mobiliario urbano como marquesinas, papeleras o contenedores. Por actos vandálicos, por ejemplo, las pintadas y los grafiti. Por escalar a edificios o monumentos. Por exhibición de objetos con ánimo intimidatorio. Por faltar al respeto a los agentes de las fuerzas de seguridad.
La cosa se pone fea, lo sabemos, pero no podemos dejar que este desolador panorama nos frene y nos impida protestar, luchar, hacer política en la calle y actuar como nos dicta la conciencia. Nos dan igual que se hayan aprobado; la existencia de estas leyes no provocará que nos quedemos en casa. Y es precisamente con esta idea en la cabeza con la que diversos colectivos, entre los cuales habría que destacar a la Plataforma por la Desobediencia Civil, organizaron una campaña titulada #SinMordazas, consistente en una serie de acciones (desde empapelar la sede del Ministerio de Justicia hasta ocupar edificios) con el fin de desobedecer activamente estas leyes. “Solo nos queda una alternativa: la de no consentir, la de no refrendar sus leyes con nuestro silencio”, dice su comunicado.
Desde estas líneas nos sumamos al llamamiento a la desobediencia, porque entendemos que es la mejor forma de combatir estas represivas reformas. Si callamos, ellos/as habrán ganado.